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Tao Te Ching

  I

El Tao que puede ser expresado
no es el verdadero Tao.
El nombre que se le puede dar
no es el verdadero nombre.
Sin nombre es el principio del Universo
y con nombre es la madre de todas las cosas.
Desde el no-ser comprendemos su esencia
y desde el ser, solo vemos su apariencia.
Ambas cosas, ser y no-ser, tienen el mismo
origen, aunque distinto nombre.
Su identidad es el misterio.
Y en este misterio
se halla la puerta de toda maravilla.



Lo surgido, lo existente cuando se puede nombrar, puede conocerse. Es la madre de donde saldrán los diez mil seres. Es la cadena de la vida, lo que se puede experimentar, lo que se puede percibir por medio de los sentidos, el transcurrir de los acontecimientos, la evolución de los seres, el tiempo, la vida, la naturaleza… el universo. Sin deseo –desde el no ser- podrás observar sus maravillas, comprender su esencia.
Si no nos dejamos llevar únicamente por los sentidos, que perciben lo manifestado, lo identificable, lo que tiene nombre; si somos capaces de retroceder hasta lo que no se puede nombrar, ni identificar, ni medir; si encontramos el modo de llegar al origen... Solo entonces observaremos sus maravillas, contemplaremos su misterio, comprenderemos su esencia.
Mientras permanecemos en el deseo únicamente conocemos su apariencia, lo limitado. Vemos solo sus últimos reflejos.
Pero estas dos realidades, la existencia y la no existencia, son indistinguibles, dependientes entre sí. Son uno y lo mismo en su origen. Solo se separan cuando se manifiestan. Su unidad y su infinita profundidad, son la puerta y la fuente de donde surgen todas las maravillas indescriptibles.
En mi empeño por comprender lo misterioso y eterno, leo, dibujo, pongo color, escribo, reflexiono. Permanezco, por tanto, en el deseo. Y así solo veo sus últimos reflejos. Veo la luz del sol, las montañas, los árboles, las flores. Veo a los animales, el agua, los sonidos, las estrellas. Nos veo a todos nosotros…
Y si estos últimos reflejos ya me parecen extraordinarios, entonces intuyo que el origen, lo eterno, debe ser… Tiene que ser algo… O tiene que no-ser… No puedo expresarlo, no encuentro palabras. Sin nombre.

 

 

C. Gregorio
Pintora