ARDHATA
LA MEDIA SALUTACIÓN AL SOL
Es un ejercicio de Yoga que se hace al principio de la sesión,
como preparación a las posturas o “asanas”. Sirve tanto para
estirar como para calentar y no es necesario estar en buena forma física
para realizarlo por lo que cualquiera puede hacerlo independientemente de su
edad. No necesita equipamiento y se puede hacer en cualquier sitio: en casa
o en la calle.
Me la enseñó mi profesor de Yoga cuando empecé las clases
en octubre del año pasado y sus efectos beneficiosos no se han hecho
esperar. Desentumece el cuello, hombros, brazos, espalda, caderas y piernas
al tiempo que las inspiraciones oxigenan todo el cuerpo y lo llenan de energía.
Lo practico por la mañana y por la noche. Por la mañana, nada
más levantarme, y no me ocupa más que unos pocos minutos, cinco
o seis. Si se va justo de tiempo es suficiente para empezar el día. Te
llena de energía y te despeja inmediatamente y, por lo tanto, te pone
de buen humor con muy poco esfuerzo.
El ejercicio consiste en seis movimientos enlazados dirigidos por la respiración.
Primer movimiento:
Con los pies separados a la anchura de las caderas y el cuerpo erguido, se juntan
las manos por el dorso a la altura del corazón; mientras se inspira se
elevan los brazos lateralmente, hasta que se juntan los dedos por encima de
la cabeza, con las palmas hacia arriba. Se miran las manos y se deja caer el
cuerpo un poco hacia atrás, mientras se contiene la respiración
dos o tres segundos.
Segundo movimiento:
Mientras espiramos se va dejando caer el cuerpo hacia delante, bajando los brazos
perpendiculares al cuerpo hasta que las puntas de los dedos o las manos llegan
al suelo (o a donde se pueda). Los brazos quedan relajados, como colgados y
no se fuerza la elasticidad de la espalda.
Tercer movimiento:
Desde la postura anterior, se inspira mientras se elevan la cabeza y el tronco
hasta dejarlos paralelos al suelo. Las manos se apoyan en las rodillas y se
mira al frente.
Cuarto movimiento:
Se espira y al mismo tiempo se baja la cabeza y el tronco hasta que las manos
rozan o se apoyan en el suelo.
Quinto movimiento:
Se inspira y se eleva el tronco totalmente hasta que las manos se unen por encima
de la cabeza, tocándose los dedos y con las palmas hacia arriba, mirándolas
y, dejando caer el cuerpo un poco hacia atrás, como en el primer movimiento.
Sexto movimiento:
Se espira y se bajan los brazos perpendiculares al cuerpo, hasta unir las manos
por el dorso a la altura del corazón, como al comienzo del ejercicio.
Todos los movimientos se realizan de forma continuada, de modo que los seis
se conviertan en uno solo, regulado por el ritmo de la respiración.
Se pueden hacer cuantas salutaciones se quiera, aunque se recomienda hacer de
seis a doce, empezando despacito e imprimiéndoles energía y ritmo
poco a poco.
Por la noche lo hago al contrario, empezando a ritmo rápido y yendo
más despacio al final, con lo que la respiración es más
lenta. Así consigo un efecto relajante, que me ayuda a desconectar al
final del día y a dormir mejor.
Aparte de estos momentos del día, en los que practico asiduamente, también
he utilizado este ejercicio en momentos de tensión y cansancio, obteniendo
con él un gran bienestar.
Carmen Gambín